“Un viaje de mil millas comienza con el primer paso.” Lao-tsé

lunes, 11 de octubre de 2010

De viaje conmigo siempre es Navidad

Heeehehei acá sigo vagando por el viejo continente, con una sonrisa en la cara. Una sonrisa bien grande.

Resulta que ayer a la mañana, me acuesto en mi cama a las ocho de la mañana y tenía que levantarme a las diez y media para poder agarrar el tren tranquilamente. Y me llama mi querida compatriota Maggie, y me dice: "'cuchame, nosotros estamos yendo para Romolo primero, dónde estás?"
La respuesta era "en mi cama" y entonces se me ocurrió preguntar "qué hora es?"
"Once y cuarto!!! APURATE BOLUDA!"
Corrí. Metí varias cosas random en la cartera, me calcé el buzo de Converse y con los auriculares al cuello salí de mi hogar camino al metro para ir a la Stazione Centrale y llegar al tren.
Llegué cinco minutos tarde de la hora estipulada, es decir, Perfecto.

Así que con muuuy pocas horas de sueño encima, me monté en un tren a las doce y veinte del mediodía. Cinco amigos míos y  yo traqueteamos contentos all the way to un mini pueblito al norte de Italia, pegadito a la frontera con Suiza, que se llama Morbegno.
El viaje el tren no me dejó dormir, básicamente porque cada vez que miraba por la ventanilla veía unos paisajes que te la voglio dire... nunca había visto algo así.
Torres, terrazas, iglesias, casas, edificios que parecían sacados de otro siglo, uno bastante lejano; pero sin embargo acá están, devolviéndote la mirada con tantos años y polvo acumulados entre los ladrillos.
Y yo sonriendo.

Llegamos hasta Morbegno y yo no pegué un ojo en todo el viaje de casi dos horas, cantando "Necesito" y "Canción para mi muerte" entre otros hitazos de la banda, que siempre me acercan un poco al hogar. Y además me encantan :)

Bajamos de la estación y nos pusimos a hacer la cola para comprar el bolsillito amarillo que te colgabas del cuello con la copa de vino que tenías que cuidar todo el día, a lo largo de las nueve bodegas.
La compramos y zarpamos el tour hacia una borrachera segura.
Paseamos por el pueblo entre los edificios que se acercaban demasiado los unos a los otros dejando apenas una callecita adoquinada para pasear mirando ensimismado para todos lados, sin poder creer el paisaje.
Topándonos con ferias de antigüedades tales como radios, long plays, espejos, llaves, cerraduras, y hasta un piano alemán con dos candelabros con velas amarillas.
Maggie:"Se puede tocar?"
Tana: "Sí"
Fran: "Sara?[...] The falling leeeeeaaaaaves drift by my window... [...] La última vez que tedigo que la tenemos que transportar." =D

Bajábamos a las bodegas, comíamos queso hasta que nos daba vergüenza caretearla más, y salíamos con nuestra copa de vino hacia la próxima bodega, escuchando cánticos de borracho de España y de Italia, y aclamaciones generalizadas de "Eeeeeeee!!", risas y chiflidos [a los que claramente había que sumarse] cada vez que se escuchaba una copa estrellarse contra el piso.
Llegamos de pronto a la sexta bodega, y ya estábamos todos con la risa a flor de piel y los esómagos calentitos. [Además habíamos escuchado a unos chabones cantando una canción de La Mosca y nos habíamos prendido con el coro de "yo romperé tus fotos..." etcétera. Debo admitir que me sorprendió que escuchara esa canción en un pueblito tan pequeño de Italia]
Y pasamos directamente de la sexta a la novena porque la gente se amontonaba mucho y no teníamos tanto tiempo para hacer cola porque teníamos que agarrar el tren a Milano, y yo la verdad que no tenía ganas de quedarme durmiendo a cielo abierto con lo alto que era y la humedad que hay de noche. Y la novena era una bodega con fotos del ejército italiano y se escuchaba un poco de metal rayano en los noventas [simple dato de color].

Bajamos, nos explicaron un poco los vinos que teníamos para elegir, que en general eran dos, uno más "frutado" y el otro con más "cuerpo" pero con lo que yo entiendo de vinos, elegía el del nombre más lindo ["Inferno" por ejemplo] o si había elegido el de la derecha en la bodega anterior, elegía el del otro lado. [Y encima tomamos tantos vinos distintos y entre cambios de copa que la verdad es que no tengo nidea de cuál me gustó más.] La cosa es que todos elegimos uno, y acostumbrados como estábamos a que nos sirvieran la copa generosamente, cuando vimos que nos ratoneaban un poco se generalizaron las sonrisas...

Sara: "Parece que son catalanes aquí..."
CatalAnna: "La puta que te parió!"
[Y la verdad es que duuuuuuuudo que haya dicho "la puta que te parió" pero la realidad es que todavía me falta aprender a formular puteadas en español de verdad :) pero ése era el espíritu]

Y salimos riéndonos, y nos perdimos un poco pero finalmente llegamos a la pizzería que estábamos buscando, y nos comimos una pizza cada uno y yo ya claramente no podía pensar del sueño que tenía y encima después tuvimos que apurarnos a la estación y correr el tren para encontrar algún lugar para sentarnos! Llegamos a Milano como a las diez y pico de la noche, con las copas colgadas del cuello y queriendo llegar cada uno a su casa asap, pero felices.

Y no lloré, pero me aseguré que todos me entendieran [Anna, Ben, Carol, Maggie, Sara; se los digo Otra Vez] que yo ayer estaba FELIZ, pero feliz de verdad, y que me encantó estar emborrachándome con vino bueno, y pensando en que la próxima bodega es cuando me caigo por la escalera, y cantando y mirando el río, sacando fotos, y pensando todo lo que tendría que hacer para quedarme todo el año... y riéndome al respecto porque es una locura.
Y sigo feliz.

Así que fue un viaje para recordar.
Y lo mejor de todo, pero de todo esto
más que el vino
y que el paisaje,

fue la compañía.


Y es que con Cortázar y Sui Generis dando vueltas por el vagón de tren,
casi que no nos quedaba otra.


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